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martes, 17 de julio de 2012

Regalar libros


 Regalar libros

Por Diego Bang Bang

Es un lenguaje que sólo conocen los que lo practican. Sucede antes de regalar ropa interior y después de regalar flores o peluches (aunque con algunas mujeres sólo valga la pena llegar a los peluches). Lo pondría al mismo nivel que regalar ediciones especiales de películas o acetatos musicales. Pero ese es otro tema, tratado con maestría por Nick Hornby.
Para presentes literarios, el indicado es Milán Kundera. Digamos si no has regalado alguna vez un libro, el indicado es la “Insoportable levedad del ser”. También funciona para cuando quieres sugerir un triangulo amoroso o sexual (por qué no). De igual manera puedes sugerir con este libro una muerte compartida en un accidente automovilístico. Lo ideal sería que después le regalaras a esa persona una cinta con “There´s a ligth that never goes out” repetida por todo un lado.
Nunca regales la saga de “El señor de los anillos”, al menos que lo que quieras sea una experiencia amorosa épica. Es un buen regalo para tu amigo nerdo quien tiene mal aliento. Harry Potter no es tópico de este escrito porque este escrito no está dirigido a ese sector de lectores. En dado caso que exista tal categoría como “sector de lectores”.
Si lo que se requiere es tener un encuentro de embriaguez… la mejor opción es “Se está haciendo tarde”. La invitas a la sala de tu casa, compras los cartones “sunshine” necesarios y colocas la aguja sobre los surcos del primer larga duración de The Doors. Cuando lleguen al solo de teclado de “Light my fire” algo debe explotar: se debe sentir en los párpados, en la nuca y, por supuesto, en el pecho. Al final del encuentro, deben platicar del pasaje más intenso de la novela.
“Rayuela” no se regala. Esa novela siempre se presta y nunca regresa. Ya porque esa mujer no tenía que estar contigo, ya porque no quería estar con vos. Nunca pongas dedicatoria en ella (la novela) para que esa chica pueda prestarla a alguien más. Esa “Rayuela”, con suerte, terminará lo más cercano del sur posible. Deseémosle que no sea Centroamérica…
Ahora busca en los escombros de tu mochila. A lo mejor y la portada esté un poco arrugada. Hojéala rápido en busca de algún papel importante: un te amo o un te extraño. A lo mejor en letra ebria o letra muerta. Ponla en mitad de la mesa de madera, tendrás que mover los tarros con el líquido viscoso. Lo mejor es que no sea curado o lo mejor es que sea un mezcal “Los suicidas”. Dile: “ahí la tienes”. Sonríe. Acabas de regalarle un abismo en forma de puerta que tiene forma de libro. Que caiga… que todo se caiga.
Regalar García Márquez es de mal gusto. Regalar “Lolita” de Nabokov es perverso, tanto casi como regalar “Bitter Moon” de Polanski. Regalar “Las batallas en el desierto” es peligroso, para el corazón de la persona que lo recibe. Regalar “Un hilito de sangre” es necesario, porque la amistad es necesaria.      

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