> Arcanum VI: mayo 2011

sábado, 7 de mayo de 2011

Esoterías II

Rasgar la hoja

Por Diego Bang Bang

Cuando eras pequeño las hojas formaban pequeños barcos, delicados aviones o mansos animales de zoológico. Esa hoja ha cambiado, en la doliente adolescencia, por cartas de ingenuo amor y dibujos risibles de los profesores. En otro momento, en la inefable preparatoria, servían para chismorrear o garabatear algún indicio de identidad. Conforme pasó el tiempo se convirtió en una puerta, la hoja, dispuesta en su forma horizontal; en su forma vertical, más bien un umbral.

También has percibido sus dotes de espejo y su innegable fusión con el dogma tecnológico: la hoja detrás de la pantalla. El tramoyero malvado la dispone, la tiende para ser llenada; tus entrañas, tu corazón y tus temblorosas manos la respetan. Has caminado demasiado y sólo tienes ese espacio para blindar tus torpes vivencias.

¡Cuidado! Puedes llenarla de vituperios contra la obsolescencia humana. También puedes honrarla con un pensamiento deontológico o mancillarla con la lujuria de un engaño. En algún momento se ha convertido en un vertedero de lágrimas, en el escaparate preferido para doblar las manos ante el sistema. Puede ser díptico, tríptico o crisol funerario. También se curva o se vuelca sobre sí misma…

Un sablazo a tu progenie, un sablazo a los amigos, un sablazo al amor y, por fin, un sablazo a tus entrañas como un Smith o Mishima. Purulenta tu herida mancha la hoja con un líquido viscoso; en algún otro momento sólo fue vómito, a veces sangre. Hoy, de tan podrida, es pus. Doblas esa hoja, la haces bolita, la vuelves a extender con las manchas desperdigadas de pus. Piensas incendiarla, pero caes en cuenta de que eso sería demasiado conmiserativo. No merece la extinción por fuego… De reojo percibes una navaja, esa navaja heredada por tu padre “para cortar el cuello de los mentirosos”. Empuñas la navaja y, en un acto indolente, rasgas imperiosamente la hoja. Ahora tus entrañas arden en esa repisa de papel.