Por Diego Bang
Tláloc
Sucede
Que aquí
Nada sucede
Sino la lluvia
lluvia
lluvia
lluvia
Efraín Huerta, 1974
Una palabra tuya, encontrada en el caos digital, basta para echar a andar un resorte interno mío que después se refleja en los alrededores del valle que era Tenochtitlán: la eterna reverberacion de la lluvia.
Una palabra tuya resume las dos últimas semanas: agua que cae para llevarse las alimañas del pasado, las arpías malvadas de los últimos años, las banalidades, mentiras y perfidias.
Una palabra tuya que existe sólo en nuestro diccionario de términos rulfianos. Artefacto único-nuestro-único lingüístico que busca las raíces de México. Nuestras raíces.
Hace un tiempo llovió como en ningún otro año en nuestras vidas. Una lluvia plomiza que entumeció nuestras almas.
No obstante, hoy hemos comprendido que la lluvia no sólo entumece el alma; también se lleva lo superfluo. Limpia los cielos de ídolos falsos, limpia los montes de torpes pregones, revuelve la tierra para acicatear los nutrientes y apuntalar hacia mejores cultivos, a mejores vientos.
La lluvia ha mandado de manera anticipada (atl en xôpan) uno de sus tlaloques para darnos un mensaje etéreo: busquen la poesía del amor toda la vida.