> Arcanum VI: febrero 2013

jueves, 28 de febrero de 2013

Para entonces ahora...


Para entonces ahora... 

Por Diego Bang Bang 

Un personaje, este personaje que por el solo hecho de tener la j y la e como letras finales no es una persona, el personaje que te rompió el corazón y te lo romperá porque ciertos procesos son inevitables.

Inventar, escribir un personaje es una trabajo artesanal de esculpir con letras. Por ejemplo, este personaje que te ha roto el corazón es un alguien que tiene un gusto muy profundo por la cultura y el movimiento mod. Sus botas así lo expresan, su corte de cabello lo glosa.

Es importante diferenciarlo de otros personajes. Por ejemplo, cuando Alberto Barrera Tyszka escribe: “es flaco pero no larguirucho”. El venezolano, entonces, se ha dado cuenta de una convención descriptiva: los flacos, en un estrato de la literatura latinoamericana, son larguiruchos. Bueno, este personaje que está rompiéndote el corazón no es una mod cualquiera, se podría decir que ya ni siquiera es una mod purasangre. Esta hermosa mod ya no monta scooters y tampoco juega al pinball... por supuesto, ya no iría a un concierto de los Who o de algún cantante de Nothern Soul.

Es probable que ni siquiera se conciba a sí misma como heredera mod.

Este personaje que te estará rompiendo el corazón es punk. Y no te aseguro esto para reavivar la manida discusión de qué es ser punk y quién es más punk según criterios cronológicos. Ambas cosas irremediablemente baladí. Ambas cosas punk en su peyorativa acepción. Ella lo es, regresando a lo importante, en tanto busca romper un orden inmediato de existencia. En tanto con su afición artística busca una legítima exploración y experimentación estética. Desde su perforación nasal hasta su último pequeño mensaje nihilista: “derribemos las palabras, alcemos las carcajadas”.

Para esta instancia del texto, ella habrá roto tu corazón varias veces. Para este momento habrás crecido porque la habrás liberado con el artilugio de las grafías. Ella no te pertenecerá más ni deambulará como misterioso numen en los derredores de tu cabeza. Para entonces ahora, habrás crecido y el dolor será insoportable pero no ocupará el lugar central. A ese lugar de dolor concentrado lo llamarás “el lugar del centro de afuera”.

martes, 19 de febrero de 2013

El último mensaje

El último mensaje 

Por Diego Bang Bang  

Para entender el amor hay que alejarse de él y eso significa no poder participar de él. No podré participar, a la sazón, de esa sensación de eternidad. De esa sensación de estar en el lugar correcto por una sola vez en la existencia. Algo en mí se destierra por propia voluntad al escribir lo anterior. No pertenecer a ningún lugar es como pertenecer a todos lados al mismo tiempo.

El limbo no se ha aclarado y persisto en pensarlo como una de las formas del infinito. No importa cuántos cinturones de asteriodes haya visto pasar, tampoco cuántas estrellas pueda nombrar: la soledad es una y la misma. De cuando en cuando, me pongo el matescopio para buscar vida en algún planeta lejano. De más está decir que no he encontrado ningún tipo de vida que pueda brindarme correspondencia.

Decidí llamar este lugar, desde donde hablo, como Alpha Centauri. Me parece el lugar menos inhóspito en años luz. En él pude encontrar fragmentos de piedra negra cargados de una energía poderosa. Esa energía me ha brindado un poco de tranquilidad, le llamo el fuego primigenio. Últimamente los apagones a los alrededores de Alpha Centauri han sido muy largos. Por eso, he decidido no deambular.

Me he dado cuenta, también, de la existencia de otras fuerzas aparte de la luz y el fuego primigenio. Es una fuerza que aún no logro descifrar. Conforme he avanzado en dirección a Tannhäuser, una especie de sonido en capas he logrado percibir. Nunca me he atrevido a cruzar esa pared de sonido.

*
Conforme el eje temporal avanza, he caído en la cuenta de que mi energía está disminuyendo. Esto me ha hecho recordar un libro de Principia Mathematica: "Entropía". En él se describen sucesos como la llegada de luces multicolores al corazón del plano cartesiano. Todo contado en radicales y múltiplos de 7, Rey de los Primos. Los Primos, por cierto, son una forma de vida desconocida a la cual se hace referencia en múltiples libros del Gran Libro.

Junto a lo anterior, también se narra el momento decisivo para los Enteros. Primero, la imposibilidad de poder desplegar el plano cartesiano ni la geometría plana. Por ende, la fragmentación del eje temporal. Segundo, la reducción en la correspondencia de los espejos. Es decir, la muerte progresiva de las grafías redondas para representar a las incógnitas. Por último, la total pérdida de las correspondencias entre las grafías angulosas. Dicho de otro modo, la muerte progresiva de los Enteros. Según el libro matriz, este momento decisivo se llama Entropía. Y es parte del orden caótico en el cual todo el universo baila.

*

En este momento, con la energía al mínimo, he decidido parte de mi azar: voy a dejarme llevar por las capas de sonido cercanas a Tanhäusser. Si he de desaparecer quiero conocer lo más que pueda de este orden caótico. También he decidido grabar este mensaje en una gran piedra negra rectangular que dejaré cerca de una galaxia que he dado en llamar Vía Láctea. 

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viernes, 8 de febrero de 2013

El limbo de los imaginarios

El limbo de los imaginarios

Por Diego Bang Bang

1 despertó mareado y rodeado de una absoluta oscuridad. Se podría decir que en términos de materia ya no existía. Tampoco en términos de antimateria. ¿Podríamos decir que la nomenclatura de ese ser era Uno? Imposible saberlo.

1 recordaba uno de los pasajes más socorridos de la Principia Mathematica: “Un hombre inmortal, condenado a cárcel perpetua, podría concebir en su celda toda el álgebra y toda la geometría”. La pregunta insolayable, entonces, era: ¿por qué su memoria retenía aquella cita?

1 ya no se percibía a sí mismo en primera persona. Se dio cuenta que aquel espacio era un desdoblamiento constante. “Yo soy él que es nosotros”, podría ser el axioma. El dolor y la soledad, vagas sensaciones de otro eje temporal, no existían de forma concreta.

De hecho el eje temporal, según percibía 1, se encontraba en contradicción permanente. Era una síncopa de puntos sobre ninguna línea. Otro de los libros fundamentales, comenzaba a recordar 1, del libro matriz era “Más allá del Googol”.

No es lo mismo, se proyectaba en algún lugar indefinido, un número grande que un número infinito. De hecho, el número infinito no existe dentro de la esfera de los Enteros. Es, por consecuencia, una entidad transfinita.

El eje espacial comenzó a poblarse de luces. Entonces nació la aritmética local de 1 con sus implicaciones mitológicas. A cada luz le dio un nombre. Su favorita era Urk 24, por ser el primer nombre en aparecer en su conciencia.

Poco tiempo después, diez con cien ceros por delante a la décima potencia, las luces comenzaron a replicarse en conjuntos transfinitos y 1 tuvo que crear el álgebra. La correspondencia de aquellos conjuntos se hizo a partir de grafías menos angulosas.

1, tiempo después, comenzó a unir los puntos. Así dio comienzo la geometría local: plagada de turbinas y curvas no simples. Las llamó constelaciones. Con estas constelaciones se volvió a ungir el tema de lo finito y lo infinito. Lo infinito era una paradoja que nacía de lo finito.

1 estaba tranquilo en aquella oscuridad repleta de luces. 1 desbordaba luz, era la luz más resplandeciente de aquel orden. Mas todo orden engendra un caos. A veces absoluto y muchas otras relativo. Entonces el caos.

1 comenzó con una aceleración extraña. Fatal, diría usted querido lector. Faltaba por nombrar una constelación. Algo hervía en su reposo. Matería ígnea en desasosiego. Esos trazos tenían algo que ver con la otra existencia. Una curva simple arriba, una recta vertical que culminaba en otra horizontal.

“¿Dónde estarás mi hermoso 2?”, resonó por los años luz de los años luz.