> Arcanum VI: junio 2010

jueves, 24 de junio de 2010

Un Trémulo Momento de Despedida

Un Trémulo Momento de Despedida.


Por Diego Bang Bang


Ven acércate. Te miro y mi cabeza vuela con la fuerza de un torbellino: ¿Dónde estuviste toda mi vida? ¿Y yo dónde estuve? Buscándote. Para todo existe una respuesta (pensé que tú eras mi respuesta). Es como una ecuación; necesitaba la combinación perfecta de elementos: una suma, una resta, una división, algo a la potencia y mucha concentración. ¡Ahora entiendo! Cuando dices que la próxima vez que nos veamos vamos a tener mucha distracción. Sí, estará él y estará ella. La verdad: ella para mí no importa mucho, pero me gusta pretender que no arriesgo nada y por eso sigo pretendiendo, sólo pretendiendo.


La otra vez me llamó ella; no quise contestar. Mire al identificador; era ella. Sólo deje sonar el teléfono hasta que mis tímpanos explotaran. Es cierto, me encontraba (encuentro) muy solo; esa es una buena excusa para seguir pensando en ella. Otra verdad: no enciende mis instintos como tú. ¿Aún me deseas como la primera vez en aquel jardín? Sí, cada día te deseo más, cada día a ella la deseo menos.


Te sigo mirando, parece que nunca he salido de la cuenca perenne de tus ojos. Siguió el silencio y nuestros rostros de frente, a mí me temblaban las manos. Había jurado no enamorarme, sólo tener sensaciones aumentadas y no convertirme en esa emoción. ¿Y tú cómo sigues con él? Pues… Él es mi amor, él representa algo grande para mí. Lo que pasa es que la vida está plagada de momentos y vivimos tratando de recordarlos (revivirlos). Con él a mí lado siento que revivo todos esos momentos de pasión y ternura.


Nunca pensé tenerte tan cerca y ahora un adiós definitivo. ¿Qué te parece si jugamos al Flashback? No, no quisiera volver a aumentar el valor de algo que he estado apagando durante toda esta semana. ¿Apagaste nuestros recuerdos? Yo simplemente no puedo; es como querer apagar una estrella. A mí me gusta mirar mi pasado, mirar las estrellas en su telón estrellado. Recuerdo tus manos, tu sabor, tu olor, tu terso cabello y esa mirada famélica.


El mundo está lleno de metáforas: un árbol trémulo debido al viento es una metáfora relevante acerca de la condición humana. Sólo un último deseo: cierra tus ojos: vuela atrás dos años y medio; estamos sentados debajo de un apacible árbol; tú muy blanca, resplandeciente y yo perdido en tu rostro; mis labios temblando, los tuyos también; se acercan, se acercan. ¿Cuántos centímetros para completar el deseo que comenzó toda nuestra historia? Ya muy pocos. Y de repente: un beso quemante, lascivo y profundo. Nunca más he vuelto a besar así y no creo hacerlo en toda mi vida. Ese beso fue el primero y ahí terminó nuestra historia. El comienzo es el final. Mi deseo carnal se apagó a sí mismo. Esa estrella inicial del pasado es la estrella final de nuestra despedida.


Te levantas, caminas reflexivamente y volteas por última vez. Sonríes. Eso dice más que cualquier palabra. Yo coloco mis audífonos, busco en la lista de autores: Bob Dylan, “Sangre en los senderos”, Tangled up in blue.

sábado, 19 de junio de 2010

La vida en una taza de cristal

Otro texto de Adrián Luna




Con las dos manos tomo el libro de Camus, leo:
Pero ¿qué significa la vida en semejante universo? Por el momento nada más que la indiferencia hacia el futuro y la pasión de agotar todo lo dado. La creencia en el sentido de la vida supone siempre una escala de valores, una elección, nuestras preferencias. La creencia de lo absurdo enseña lo contrario.
Escribo con las dos manos.
Cada quién tiene su vida. Cada uno es diferente en las vueltas del mundo. ¿A qué me sabe esto? Sabe a varias noches que representan una en todos los días. Es la mezcla del sabor amargo de la cerveza que se zambulle hasta el fondo de mi garganta mientras escucho que todos en el cuarto en donde me encuentro recuerdan palabras colocadas en sus memorias.

¿Qué significa la vida en semejante universo?...
Turn off your mind relax and float down stream...
Absurdo, esa palabra ya estuvo en un dialogo pasado, tal vez bajo las ramas y la noche de septiembre en la que la vida se alojaba en mi boca llena de sangre de cristo embotellada. Tragaba bocanadas de música inspirada por el fuerte sabor del tabaco. El ensortijamiento de los sonidos llegó a mis oídos, eran palabras acerca de la incertidumbre de la muerte… es permitir que la vida siga…

Por el momento nada más que la indiferencia hacía el futuro…
Todos nos preparamos para inhalar… hacemos ejercicios de respiración, enrollamos un billete plastificado. En un espejo alguien pica el material… toman su lugar en el rito. Hay tragos de whisky y mucho blues grasoso. Inhalo… es aquel caramelo en cristal que explota en tu lengua… es un buen trago de destilado… es agua helada… ¡ésta cocaína me hace sentir como si estuviera dentro de esa canción!… palabras veloces, a un millón de pies por segundo…

…y la pasión de agotar todo lo dado.
Experimentar el concentrado a Mandarina, con todos los ácidos (alíen, Hoffman, sunshine, viaje alas estrellas) que esto implique, dar pequeñas mordidas en el lugar de descanso de la esencia de manzana, acariciar lo profundo detrás de los cristales artificiales que descansan sobre su nariz, sentir la sinestesia de su existencia… bailar en un espiral, disolverte en el torbellino que crea la combinación de café hirviendo cayendo en una taza de leche, tocar el cielo incendiándose, atrapar abejas en la lluvia, no arrojar piedras ni hablar de política, deslizar los pies en los surcos de un vinilo, apagar la televisión, forjar un toque, estar en el camino…


La creencia en el sentido de la vida supone siempre una escala de valores, una elección, nuestras preferencias.
A Armando le gusta hacer autopsias (tal vez un día nos corte y certifique nuestra muerte), Alan prefiere quemar crack en un gotero o en una lata aplastada y perforada, Sergio hace sinapsis con los videojuegos portátiles, Carlos toca la guitarra… yo tomo caballitos de tequila.
Armando viaja en un clásico, Alan con discos de metal, Sergio en un pájaro azul, Carlos con un bóxer… y yo con mareos.
Armando toma café con vodka, Alan detesta la mayonesa, Sergio se va a su casa en bicicleta, Carlos te aconseja: vende tu alma al diablo, pero no regales tu vida a las corporaciones… vomito algo negro y amargo (Laura dice que es mi alma)...

Con las dos manos cierro el libro de Camus.
Pienso que Bob Dylan dice: si quieres estar fuera de la ley debes de ser honesto, Camus escribe: la creencia en lo absurdo enseña lo contrario al sentido de la vida…Yo deseo que sus reglas y su sabiduría los ahoguen... en una taza de chocolate que tomo con X... mientras escuchamos en las bocinas que sonorizan al CocoaCafé a Radiohead transformado en una banda de Jazz tocando Life in a glass house.

viernes, 18 de junio de 2010

Tristeza en los Senderos


-->
Tierna tristeza
Por Diego Bang Bang
He esperado demasiado para arrancarle algunas palabras a la tristeza: la tarde se ha tornado nublada, una canción de Roy Orbison y esa sensación de dulce arrojo me avisan que ahora es el momento. Después de tanto tiempo (casi un año) la piel aún se me eriza de recordar los te amo, de recordar las batallas innecesarias y de, como Horacio Oliveira, buscarte sin quererlo. A veces pienso que estábamos juntos para perdernos aunque creyéramos lo contrario; a veces pienso que lo mejor que nos ha pasado es no envejecer juntos.
Tristeza elemental: extraño las caricias debajo de las cobijas en un hotel o a escondidas en mi cuarto o en el tuyo; extraño mirarte furtivamente a lo lejos para volverme a enamorar de ti; extraño tus sueños portadores de los miedos de ambos; extraño la poesía: “Ámame dormida y desnuda, que en la orilla eres como la isla: tu amor confuso, tu amor asombrado, escondido en la cavidad de los sueños, es como el movimiento del mar que nos rodea”.
Sempiterna Oscuridad: una tarde te conocí, nos miramos de frente y, al instante, una sensación de placentera inquietud revoloteó en nuestros corazones. Pactamos el deseo mutuo, la mirada inquilina y el silencio repleto de adrenalina. Por las palabras nos enamoramos: “me gustas” me hiciste confesar. “Te deseo” quise aceptar; “te amo” terminé por necesitar. Por las manos nos comprendimos: las manos fundidas en un apretón era una señal de desasosiego amoroso; las manos levemente amarradas significaban el naciente odio inesperado. Una tarde nos desencontramos, no nos miramos de frente y, al instante, una sensación de oscuro estremecimiento nos invadió por completo.
Blue in Green: ese piano repta en la estructura discontinua del jazz, esa trompeta suena exactamente en la mitad de la ruptura, la sutil batería es un ruido de fondo: el piano desciende como el enamorado a las fauces del averno; la trompeta ríe nerviosamente como el borracho (el cínico borracho) que extraña a una mujer: ahora los dos (el enamorado y el borracho) marchan a la par en una pompa fúnebre, la trompeta suelta su último estertor mientras el piano refiere la funesta coda: la tristeza en la vida, la tierna tristeza. Blue in Green.
El final, como el de la Maga con Oliveira, fue ridículo: casi al mismo instante derrame un par de lágrimas y reí a carcajadas por lo absurdo del internet, por lo absurdo de mi carácter y por lo absurdo de tu decisión. Adiós te digo con esta tierna tristeza que recorre mis huesos…


lunes, 14 de junio de 2010

La Revelación

La Revelación

Por SonyDeLorean

Fuerzas centrifugas y centrípetas de un aire vicioso me ahogan. Las sensaciones y emociones dislocan toda realidad. Contradicciones inmanentes en el alma indagan el sentido de la trascendencia en mi ser. Búsqueda estelar de la revelación en el camino de las posibilidades infinitas y las infinitas posibilidades, lenguaje universal para la creación, tiempo y forma convergen, espacio y fondo confluyen: es el mundo onírico: claraboya de las manifestaciones eternas.

Las revelaciones son omnipresentes, las encontramos en la exégesis de los textos sagrados y en las emanaciones de los senderos de Sefirot, en el esoterismo enigmático del Tarot y en la conjunción de los astros, en el despertar apocalíptico de los tiempos paganos y en la cosmogonía mitológica de nuestra creación, en la edificación prismática de los obeliscos lunares, en el centro del Mándala, en la transparencia de las mentiras y en la ofuscación de las verdades, en la somnolencia del velador y en la traición del mecenas, en el susurro de los secretos y en la sordidez del tiempo, en el guijarro recóndito de los arenares y en la ausencia desértica de las alegrías, en el tremular de los cuerpos que se desviven en los resquicios de intimidad, en los besos que aún no han sido robados y en la inefabilidad de las palabras, en la mujeres que aman sólo un día, en la búsqueda andrógena y en el encuentro de Eros; en la escatología ínfima de tus formas, en los vestigios de tus historia y en las huellas de tus abrazos, en la grandeza iracunda de tus fauces milenarias, en las máscaras perennes de tu incógnita y falsa apariencia, en el eructo intelectual de tu egoísmo, en las rarezas anfibias de tus extremidades, en tus manos famélicas teñidas de una extraña belleza, en el trastorno irreprochable de tu voz, en la refulgencia de tus ojos donde mueren los recuerdos mundanos o en la metamorfosis kafkiana de las manchas felinas en tus marcas astrales.

La revelación no es un descifrar divino, es una creación inventiva. Sigo ausente, perdido en la ensoñación de mi sueño, transito sin miedo en los senderos irreales de esta verdad incierta. Es un hecho, no soy poeta, profeta, proscrito y mucho menos un inspirado; soy tan sólo un azaroso de la vida. Cobija mis ojos, no quiero despertar del surrealismo que me rodea.

domingo, 13 de junio de 2010

La Última Sensación


La Última Sensación
Por Diego Bang Bang

Se escurre la vida porque se derrocha: tus pies tocan la estela de restos revueltos y tu cara se enfrenta ante aquel viento suave. No sabes si esta ingravidez es producto de tu imaginación o siquiera es posible concebirla como parte de esa instancia. Respiras libremente: tus pulmones se llenan y se vacian mientras en tu cabeza piensas en la inmensa cantidad de fenómenos que suceden en ese momento (La Simultaneidad). Regularmente pensarías la realidad como un encadenamiento de sucesos: uno detrás del siguiente, uno siguiente después del siguiente. Hoy no. Hoy los puedes pensar uno encima de otro, uno en línea oblicua del siguiente o, incluso, un suceso sin relación con otro (La Ruptura). Hoy, quizá, no la extrañes y ni siquiera la recuerdes: te das cuenta de que el sufrimiento es un momento relativo, una atadura sin sentido, un capricho humano demasiado humano... Cierras los ojos y ante la pantalla interior se suceden momentos de tu pasado, de tu presente; tus recuerdos, tus quimeras... de cierta manera tus prejuicios te amordazan porque eres incapaz de concebir la realidad sin el tamiz ubicuo de la cultura (La Jaula de Oro). Tu cabeza gira a una velocidad inesperada mientras tu cuerpo yace inerte en un mandala que acabas de imaginar: de pronto comienzas a imaginar cada uno de tus chakras, la energía fundamental fluye y todo, repentinamente, es indistinto: sueltas tus nervios, la ansiedad propiciada por las grandes preguntas se disipa... No puedes decir exactamente dónde te encuentras pero parece ser un lugar agradable: el útero del universo o de algún universo lejano (El Centro). Tu corazón late, pum pum pum, lo puedes sentir en la yema de tus dedos de pies y manos, parece producir vibraciones más allá de tu cuerpo: se alejan uniformemente y, en algún punto, se rozan con los rayos del sol que entran por tu ventana; ahora son de colores (Sinestesia). En tus oídos un zumbido crece, parece llegar a algún centro cerebral, se dispersa en tus neuronas e invade los conductos nerviosos, ahora se desvanece y recomienza: Om.

I want you (she's so heavy)/Jailhouse blues (movimiento IX)

I want you (she's so heavy)/ Jailhouse blues (movimiento IX)
por Adrián Luna


La música comienza... los dedos humedos apagan la luz de la vela y a jugar en la penumbra. Primera linea de bajo, besamos la mirada, la vertiginosa profundidad empalma en un riff abrazos y caricias. Una mordida en el cuello, succión en la escencia de manzana. La sombra de un violín abarca la habitación, nos envuelve la ternura de un chelo, el mar sabánico se prepara para la tempestad.

Estática, un día soleado, una noche bajo la ventanita de una casa de campaña en la azotea, un pérfume. Improvisamos con el ritmo, 4/4 en tus senos, 7/8 para palpar el espiral que se desvanece acuosamente en tu ombligo, acariciar tus vellos. Entre los muslos busco las constelaciones lunáricas, linea a linea por la flama que asoma de mi boca, aparecen. Y llego al misterio y al origen de la vida. Beso y sientes; siento el fascinante sabor a fruta cósmica, a relámpago. Entonces la banda sonora cesa de golpe, guarda un compás de respiro; la luz principia detras de tus ojos y se resuelven todas las incognitas que están bajo mi rostro.

El olfato y el gusto forman el plasma, la vista; la piel se funde y para los oídos un compás de silencio que antecede y adelanta un grito. Una frase muda llega al ritmo de la bateria cardiaca, un redoble de placer coronado con un crash de dulce agonía. La nube orgásmica se desgaja y llueve cadenciosamente gota a gota. La condición ancestral nos atrapa y queremos ser uno otra vez. Contrarios a la separacion de los átomos, a una explosión megatónica, queremos implotar en un embiste morado. Besas mi pecho y en el solo virtuoso de la piel buscas una tregua en el Orión de mi ombro izquierdo, y busco un punto de fuga en el Geminí de tu espalda, y lo dibujo y lo dibujo con mis manos. Poco a poco, la aceleración nos suspende, las leyes cuánticas se vuelven y se miran unas a otras desconcertadas, se desvanecen en la linea de la canción, we feel up with the noise... y somos la sinrazón perfecta, pintamos signos de admiración labialmente en nuestra superficie, (somos) una luciérnaga en vuelo sin rumbo que incendia la cara oculta de la luna... y la melodia no se va con la respuesta en fade out, más bien nos lleva a notas y notas ascendentes, funde la levedad ( y la probabilidad de un tercero está latente en la danza de los genes nena!) y somos la existencia, la calma, la última cuerda del piano, el último razgueo de la guitarra; la supernova, alfa y omega, la serpiente devorando el final de su cuerpo, el infinito... La música.