> Arcanum VI: octubre 2016

lunes, 17 de octubre de 2016

Dentro de un siglo

Por Diego Bang Bang


Si pudieras despertar dentro de un siglo
ya sin tanto nudo en tu interior
bastaría remover en los escombros
y ver que sigo estando junto a ti
La Barranca

Han pasado muchos años y el frío otoño descrito por Iván se ha desplazado en la línea temporal.

El pasado ahora importa más que el futuro. Me veo al espejo con demasiadas rampas craneanas e intermitentes remolinos blancos en la cabeza. Miles de líneas inconexas rayan mi cara y son estanques de mi fétido aliento. Mi espalda es una madera astillada y mi estómago un campo minado de úlceras.

Por fin puedo presentarte a Fauno. Un lindo gato nocturno. Desapegado a mí como la luna del sol. Y lo acepto: no es nada desagradable volcarse de amor hacia otra especie.

Hace mucho murieron mis papás. Mi padre de un segundo ataque al corazón. Mi madre de un paro hepático. Lloré mucho por ambos. Contarte también: mis sobrinas viven en distintos lugares distantes. La más grande en un estado del sur. La más pequeña en un condado de los Estados Unidos. Hace mucho no las abrazo. No obstante, paso mucho tiempo de mis tardes husmeando en sus redes sociales.

La política no resultó ser lo mío. Las cosas fueron de mal en peor. Nunca mejoraron. Nunca lo harán.

Me arrepiento de muchas cosas. Sobre todo, de haber creído en mí. En la posibilidad de haber escrito una novela. En tomar decisiones enfocadas a la realización intelectual. Ahora todo es muy claro: si la luz cae en las grietas, la confusión es pasajera. Luego de un año con dolores estomacales insoportables caigo en cuenta. El intelecto no suple, ni un lo más mínimo, la caricia viva de una mujer viva.

Hace poco encontré nuestra pequeña libreta amarilla. Sí, la misma llena de anotaciones lascivas y pesimistas. Todo el tiempo me negué a sentirme vulnerable. A dejarme llevar. Ahora me arrepiento. Aunque se lea estúpido. Y sólo me consuela un pensamiento: pensarnos en un universo paralelo juntos, quizá otra vida, con dos perros y un gato. Retirados en algún lugar de Ciudad Monstruo. Con una centena de discos en vinil. Con fotos de tu autoría en nuestra pequeña sala de estar. Con un millar de libros. Con tres restaurantes de sushi favoritos. Con nuestras patologías y manías, pero muy juntos.