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domingo, 13 de junio de 2010

La Última Sensación


La Última Sensación
Por Diego Bang Bang

Se escurre la vida porque se derrocha: tus pies tocan la estela de restos revueltos y tu cara se enfrenta ante aquel viento suave. No sabes si esta ingravidez es producto de tu imaginación o siquiera es posible concebirla como parte de esa instancia. Respiras libremente: tus pulmones se llenan y se vacian mientras en tu cabeza piensas en la inmensa cantidad de fenómenos que suceden en ese momento (La Simultaneidad). Regularmente pensarías la realidad como un encadenamiento de sucesos: uno detrás del siguiente, uno siguiente después del siguiente. Hoy no. Hoy los puedes pensar uno encima de otro, uno en línea oblicua del siguiente o, incluso, un suceso sin relación con otro (La Ruptura). Hoy, quizá, no la extrañes y ni siquiera la recuerdes: te das cuenta de que el sufrimiento es un momento relativo, una atadura sin sentido, un capricho humano demasiado humano... Cierras los ojos y ante la pantalla interior se suceden momentos de tu pasado, de tu presente; tus recuerdos, tus quimeras... de cierta manera tus prejuicios te amordazan porque eres incapaz de concebir la realidad sin el tamiz ubicuo de la cultura (La Jaula de Oro). Tu cabeza gira a una velocidad inesperada mientras tu cuerpo yace inerte en un mandala que acabas de imaginar: de pronto comienzas a imaginar cada uno de tus chakras, la energía fundamental fluye y todo, repentinamente, es indistinto: sueltas tus nervios, la ansiedad propiciada por las grandes preguntas se disipa... No puedes decir exactamente dónde te encuentras pero parece ser un lugar agradable: el útero del universo o de algún universo lejano (El Centro). Tu corazón late, pum pum pum, lo puedes sentir en la yema de tus dedos de pies y manos, parece producir vibraciones más allá de tu cuerpo: se alejan uniformemente y, en algún punto, se rozan con los rayos del sol que entran por tu ventana; ahora son de colores (Sinestesia). En tus oídos un zumbido crece, parece llegar a algún centro cerebral, se dispersa en tus neuronas e invade los conductos nerviosos, ahora se desvanece y recomienza: Om.

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