Por Sonny DeLorean
Alguna vez te dije que no sabía
si yo busqué o la literatura me encontró en detrimento y alegato de mi existencia,
habrá sido por eso que recordé con tanta asiduidad lo que Ernest Hemingway dijo: "París no se acaba
nunca". Dejaré abierta toda posibilidad, por más anoréxica que pueda ser,
nuevamente a la esperanza, por más tortuosa que pueda ser. Y aquí estoy con
pluma en mano deshojando esta historia: Continúa o fin, continúa o fin, continúa
o fin, continúa o fin… continúa… o fin… la continuidad del Fin.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------
-¡CORTE!... Después de dos años
de trabajo, hemos terminado. Felicidades, te luciste con esa improvisación de
la carta y la última línea: Continuidad del Fin. Podría ser el título de mi
siguiente historia.
-…
-¿No me digas qué no estás
convencido con este Fin?
-No sé ni siquiera quién me habla
y no sé a qué te refieres.
-Ya veo, eres un primerizo o un
advenedizo del amor.
-Creo que… un… de ambas tengo un
poco. Pero sigo sin entender. ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas? Explícamelo todo.
-Trataré de ser lo más concreto posible. Pero
pensé que ya te habías dado cuenta después de aquella noche.
-¿Qué noche?
-Está bien, te lo cuento. Lo de
menos es saber quién soy. Lo que te puedo decir es que fue una excelente
historia, tuvo de todo: magia parisina cortazariana, viajes intempestivos bolañianos,
inmundicia poética papasquiariana, deambulares citadinos bukowskianos, laberintos
universales borgianos, movimientos perpetuos monterrosianos, irrealidades creíbles kafkianas, finales continuos
fresarianos. Incluso fuiste un caballero andante cervantino.
-Sigo sin entender.
-Vaya que eres un bruto. Que todo
ha terminado. Yo soy el ángel envuelto por el azar o el demonio de las coincidencias
que hizo posible que tú y ella se conocieran. Sin mí nunca se hubieran
conocido. Fui su destino. ¿Me entiendes ahora?
-Estás diciendo que lo pasó entre
ella y yo, ¿sólo fue una ilusión y lo que vivimos nunca ocurrió realmente?
-En cierta forma sí y no, ya
sabes que el destino tiende a ser ambiguo y caprichoso. En parte no porque
todos los días son actores, unos mejores que otros; y en parte sí porque son actores de su vida.
En esta vida hay muchos papeles que jugar. Unos hacen la historia, otros
participan en esa historia, otros tendrán que contar la historia y también están
los testigos.
-¿Y yo fui un actor?
-Desafortunadamente a ti te toco ser
muchas cosas. Tú sabes, escases de personal, vacaciones, malos actores, en fin.
Tal vez por eso no lo disfrutaste tanto, te veía siempre tan preocupado y nervioso.
Me apena mucho por ti.
-¿Eso qué quiere decir?
-Que tú no sólo fuiste un actor,
también me ayudaste a contar mi historia, que para el caso también es tu
historia, pero yo soy el que tendrá los derechos de autor. Tal vez para la
próxima te vaya mejor y te toque un mejor papel o puedas ser tú el que escriba
tu historia.
-¿Eso puede ocurrir?
-Sí, pero tienes que aprender a
no tomarte tan en serio la vida. Hay personas que nunca aprenden.
-¿Y ella ya lo sabe?
-¿Ella? No te digo, te falta mucho
por aprender. Ella lo supo todo el tiempo. Francamente hizo lo que pudo. Pero
para serte sincero, siempre fuiste una lata. A cada rato te salías del guion y
te gustaba improvisar con tus locuras literarias. Era entendible que tu
historia no diera para más, la tenía que cortar.
-Ya veo. ¿Y ella se acordará de
esta historia?
-Probablemente no. Los que saben
actuar ante la vida prefieren olvidar este tipo de papeles. Han sido muy pocos
los casos en donde mis colegas vuelve a reincidir en historias pasadas y cuando
los actores se encuentran ya ni un ¡Hola! se dicen. Te recomiendo que disfrutes
las próximas historias en las que participarás.
-Creo que sí… Aunque me podrías
hacer un favor.
-No puedo. Si me vas a pedir que haga
lo posible porque ella te recuerde, te advierto que haré todo lo imposible
porque no pase. Además, no necesitas pedírmelo, con tu mala racha seguro algo
pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario