> Arcanum VI: Complejo de Luna

sábado, 23 de septiembre de 2017

Complejo de Luna

Por SonnyDe_Lorean

  
AMOR
(María-Marie)

El amor se muere.
El amor empieza a morirse -igual que nosotros- a partir del momento exacto de su nacimiento.
El amor, nuestro amor, se muere con el renacimiento de su memoria.

Yo no puedo precisar el momento exacto en que comencé a amarte, María-Marie, porque mi amor por ti sólo puede comenzar cuando tú decidiste empezar a amarme.
Bienaventurados aquellos contados elegidos que comienzan amarse simultáneamente y ponen a funcionar el motor del amor juntos, al mismo tiempo.
No fuese ése nuestro caso. En la mayoría de los casos no es así.
En la mayoría de los casos el que empieza amar al otro y ese otro decide entonces si reacciona a ese amor respondiéndole o no.
En el amor, casi siempre, uno pregunta y otra contesta. Por lo general el amor del que responde es el que se mueve primero.
Digo que no puedo precisar el momento exacto en el que comencé amarte, María-Marie, pero sí puedo identificar con exactitud las coordenadas de dónde y cuándo comenzaste a amarme…

Rodrigo Fresán


Muchos dicen que los perros son el mejor amigo del hombre, yo no estoy en contra pero tampoco lo sostengo, porque he hallado en los libros un apoyo más incondicional aun cuando tú los olvides. Por si las dudas yo tengo a los dos, a uno por convicción y al otro por devoción.

En otros momentos hubiera recurrido a Julio Denis para apaciguar la ansiedad y afrontar el dolor, pero cuando estaba en el librero recordé que Rayuela se llamaría Mandala, y las mandalas tienen tanto de Mantra que cualquier sonido o símbolo es capaz de representarlo y aclararlo todo, una conexión sin vuelta de hoja. Además de ser dos novelas heterocigotas al estar escritas por autores argentinos y recobrar y sincretizar lo francés con lo latinoamericano, y es que ella, mi María-Marie, siempre ha sido una mexicana tan afrancesada.

Pienso que lo que dice Rodrigo Fresán acerca de que el amor se muere y es atemporal para el que empieza amar es insuficiente y hasta equívoco, porque el amor es el Bing-Bang de la vida: explosivo y contrayente, y nunca morirá porque la contracción sólo servirá para juntar la Vida Total en el Ombligo del Universo y así se superpondrá la armonía de la existencia. No importa quién ame antes o más, porque si hay amor se convertirá en una fuerza reconciliadora. En definitiva, pienso que se debe ser siempre aferrado e irrenunciable con y al amor, sino de qué otra manera aprenderemos a levantarnos de los campos de batalla con la libertad y la victoria del que imagina ganar la guerra.

Quiero darle continuidad a la lectura de Mantra, pero con mi historia… Recurro a la única máquina del tiempo que verdaderamente existe en los hombres para reconstruir mis memorias… El sonido del teléfono no conoce de tiempos ni lugares y me interrumpe para que dirija mis energías a vislumbrar mi Bing-Bang.

Es un número desconocido. Pienso que puede ser mi María-Marie que habla desde otro número, o desde la calle para decirme que regresará. La ansiedad vuelve a desbordar mis manos y mi voz. ¿Eres tú?, pregunté con voz titilante. Paroxismo y mutismo al otro lado de la bocina, el sonido del viento emite un rasguño a manera de advertencia: “Nos veremos pronto”. Reconocería en diez mil planetas la voz de ella y esa no era su voz.

Vuelvo al escritorio con un miedo sobrado por ese hilito de voz afilada que atisbó mis sentidos. Me gustaría seguir leyendo para apaciguar mi sentir, pero ese mensaje me ha dejado con los nervios crispados. Ya es la hora del diablo y pretextos no faltan para salir a las calles. Escucho que Maya rasca la puerta y no busco más motivos para salir a dar un paseo.

Esta vez no le pondré correa, le daré la libertad para moverse como mejor le complazca y perderse en la noche, sé que es la única parte de mi María-Marie que no me abandonará. Maya se acerca a una pareja, seguramente es un proxeneta con su prostituta saliendo de un hotel, pero Maya no sabe de preocupaciones sociales y juguetea con ellos. Siempre se da a querer. Somos tan disimiles ella y yo, como mi María-Marie lo es conmigo. Ella tan sociable y sonriente hasta las entrañas, yo tan misántropo y huraño hasta las vísceras. Definitivamente soy la única mala relación social que ella pudo haber tenido.

Camino hasta la explana de la delegación, me siento un rato en las escaleras y miro lo excitante que es la ciudad en la noche. Los recuerdos son como un cuarto de municiones a punto de explotar, y al estallar no sabes cuándo dejarán de cimbrar en tu cabeza y cuál será la esquirla que más te volverá a hacer daño. Siempre creí que sería ella la que me diría que borraría cada instante vivido conmigo, como en aquella película de resplandencencias y oscuridades, para dejar de sentir. Pero al final de todo soy yo quien quiere borrar cada instante para olvidarla paulatinamente con la intención de revivir lo sublime de su presencia en mí.   

La luna está particularmente lúcida a unos minutos de que amanezca, excitante como el fuego de la noche. Mi María-Marie también tenía ese poder hipnótico de afectar mi corazón, mi cerebro, mi entelequia con sus mareas. Será que esto de las relaciones tendrá un Complejo de Luna, como dice Rayden Martínez: “salen, se ponen, se vacían y se ocultan pero no por ello dejan de intentarlo”.

Maya lambe mis manos y salgo de mis pensamientos. Es momento de ir a casa y esperar con paciencia su regreso. Al abrir la puerta del edificio Maya ladra y susceptiblemente escucho la melodía de una canción, Abducted. Lo curioso es que no viene del departamento sino de la azotea. Subo con la expectativa de encontrarla. Una figura delgada con ropa hirsuta me ve llegar, con la edad de todos los años de mi infancia me confirma que no es ella. Siento temor de acércame, pero me advierte que ha venido por mí, o en su caso se quedará conmigo. Me ha hablado la Soledad.

Me niego a aceptarla porque sería dejar de aferrarme al amor y a mi María-Marie. Le digo que el amor nunca muere y que sólo tengo que tener paciencia y esperanza. Me da coraje de que esté tan segura de que de alguna u otra forma permaneceremos juntos mucho tiempo. Estoy temblando, mi cuerpo sacude dolor y tristeza. Me toma de la mano y me dice que así como hay libros y noches, hay mujeres que cambian la vida, y otras que ayudan a entenderla, y rara vez se conjugan en un mismo proceso, que mi María-Marie es un fenómeno de este tipo. 

Con soltura me ayuda a sentarme en una silla y me doy cuenta que no es la silla eléctrica, ella continúa cantando Abducted y me asegura que su estupor tampoco es una cámara de gases, al final de cantar me abraza y sus brazos mucho menos son la horca. El sueño me está consumiendo y antes de cerrar los ojos veo el amanecer destellando un bello cielo abierto. Tal vez deba dormir para aceptar ese extraño fenómeno que representa mi María-Marie.

1 comentario: