En la carta: Las siamesas, Cupido y 9.
La Papisa: C´est l´amour a Marseille, Santiago. Carta sagrada: ¡oh, Fortuna, semper variabilis! ¡El enamorado! Tu amigo te trajo suerte.
13: No bebí suerte. Bebí chartreuse, absynth, pierdealmas... Me llené el buche con el monstruo de los ojos verdes...
La Papisa: Aloxinus en latín papal.
13: Eso, exactamente: alucino.
La Papisa: ¿Pero qué tanto cargas, muchacho, qué cargas en tu equipaje?
9: Carga conmigo, no lo sabe pero me carga, lo intuye secretamente, no sé si acaricia la posibilidad pero yo sí lo sé de cierto: El cruzado loco, me dicen, y soy Santiagueño. A Santiago de Matamoros amo y en Santiago de Matamoros creo.. No hay más palabra que la de Santiago. Él es mi fe y mi justicia y mi espada y mi sangre y mi boca y todo mi cuerpo espera una palabra suya para sanar mi alma. Santiago despierta en mí el respeto del padre que no tuve. Predica con cuentos y a veces me pierdo las palabras pero nunca el movimiento de su boca. Santiagueño soy y por él muero y aunque nunca toque esa boca, por él sería capaz de matar.
Cupido flecha al enamorado y desata sus zaetas. Todo enloquece en un rapto de amor.
[...]
La Papisa (furioso) : Damas y caballeros, aquí se abre un paréntesis. Aparecen Los Amorosos y todo se va al Diablo, y no me refiero al azul del Tarot. El Arcano VI, el amor, es una carta que perturba todo, tiene su imperio y arrasa; y si es capaz de abrir mares, ¿no podrá sacar una trama de su ya de por sí frágil cauce?
Fragmento de La inocencia de David Olguín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario