> Arcanum VI: Polisíndeton

sábado, 9 de agosto de 2014

Polisíndeton



Por Diego Bang Bang


Lucidez extraña de sincronía: volver a jugar la eterna rayuela. Que a veces desaparece porque la sombra del autor de veintisiete años ya no concibe el concepto de felicidad. Pero a veces regresa inesperadamente y la sombra se vuelve neblina delineada y el polisíndeton es un brinco más en la rayuela.

2 y 7 es 9 y entonces el No-Autor (debes empecinarte en no existir desaparecer) se siente cerca del 10. La casilla suprema.

Otra vez: 2 + 7 = 9. D.B.B intuye el 8 horizontal.

Lucidez extraña de sincronía: el personaje de David Olguín recita un diálogo hermoso acerca del paraíso. El defecto de la sonrisa de Él que es lo más bello que Zamira ha visto y esa forma de sonreír de lado y el espectador (debes empecinarte en no existir desaparecer) piensa en Ella. En el orden perfecto de sus dientes y sus dientes como dique amoroso. ¿Quién no ha chocado con el amor con una fuerza de mar proceloso? Pero entonces el personaje de Bolaño que también habla del paraíso y su paraíso es la desconocida que se pasea (igual que Zamira) por Gerona y al dedillo escribe: "El paraíso, por momentos, aparece en la concepción general del caleidoscopio". Entonces me comienza una dislexia estruendosa y los personajes de David se reflejan en los de Bolaño. Y la desconocida tiene el dique dental amoroso de Ella.

2 y 1 es 3 y entonces la desconocida Ella (hermosa mujer que comienza a aparecer) forma parte de esta trinidad absoluta. "Tres". El poemario cicatriz que huele a cerveza. La casilla suprema.

Otra vez: 2 + 1 = 3. Z.C.G. intuye el 8 horizontal.

Lucidez extraña de sincronía: recuerdo a José Manuel Aguilera pronunciar el nombre de Juan José Arreola en la presentación de "Estambul" en el Centro Cultural España. Y ese mismo sonido caracolado se lo escucho a Eusebio Ruvalcaba. En la boca de los vivos se reúnen los muertos, escribió David. Entonces me comienza una dislexia estruendosa y Jalisco se vuelve una perla poética. Ese lugar en el que el abuelo de Aguilera componía poemas exquisitos y ese lugar en el que Higinio Ruvalcaba esperaba a una mujer todo el día sentado en la banqueta.

Y el No-Autor (debes empecinarte en no existir desaparecer) sabe de antemano que nunca escribirá una dramaturgia como David, una canción como Aguilera, un poema como Bolaño o una novela como Ruvalcaba. También sabe que la desconocida Zamira Casandra Gemini algún día aparecerá. Sólo para desarmarlo de sus pertrechos secretos, de las siempre mal interpretadas y bien queridas armas secretas.

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