Justo en este momento pienso en no darme por vencido. En que, a
fuerza de verdad necia y capricho maldito, no tengo miedo de aburrirme
de ti porque sería aburrirme de mí.
Y es entonces cuando la
realidad se cierra y se vuelve un impasse con las mismas puertas y
ventanas y las pequeñas luces parpadeantes que dicen stop.
Entonces los segundos de ese gran reloj de arena llamado amor, y más bien pasión, comienzan a desgranarse. Grano sobre grano: sabemos que es momento de voltear el tiempo en busca del ocho horizontal.
Pero este miedo no es de aburrimiento (eso ya ha pasado). Por el contrario, es miedo a nunca aburrime de ti y no poder salir nunca de ahí. ¡Oh, Raina-Ariadna! ¡Tengo un amor desquiciado por ti!
No tengo miedo a aburrirme de ti porque sería aburrirme de mí. Y tú eres la parte más hermosa de mí.
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