> Arcanum VI: Cinco canciones de amor y un universo paralelo IV

jueves, 16 de diciembre de 2010

Cinco canciones de amor y un universo paralelo IV

Neon Lights…

Por Diego Bang Bang

La noche es oscura, los rascacielos son imponentes, la vida es demasiado controlada (incluso en una galaxia de la periferia) en estos tiempos de progreso y prosperidad. Danieri mira el expediente: un caso de violación de parámetros de pensamiento. El sello del departamento es un águila de metal con dos ojos enigmáticamente penetrantes. Policía del Pensamiento: Departamento de Abstracción, un buró de investigación meticulosamente planeado para las rupturas con los esquemas de pensamiento propios de un ciudadano de la Vía Láctea.

Danieri estudia los rostros, las ocupaciones de este par de individuos y piensa una manera de atraparlos: llevan ya varias amonestaciones por transgredir los límites de abstracción. Al parecer su relación con la Sustancia Soma (la SS de las drogas) es muy estrecha. Danieri mira, piensa, cavila… Repentinamente su radio de ondas hertzianas recibe un mensaje: los jóvenes sospechosos han sido videados en las cercanías de una estación del STI. Danieri prende sus jets a propulsión y calcinando los restos ígneos del pavimento sale a toda velocidad.

La zona centro de la Ciudad de México, lugar conocido por sus traficantes de Sustancia Soma, es donde comienza la persecución: las ondas cerebrales de los sospechosos fueron detectadas a las afueras del recinto parlamentario de San Lázaro. Danieri planea interceptarlos en unos segundos en la estación terrenal Cuauhtémoc; es de suma importancia no permitirles la llegada a la estación matriz de Observatorio.

Ya en Cuauhtémoc se escucha una canción clásica del añejísimo siglo XX: Neon Lights de Kraftwerk, proverbial expresión de los páramos citadinos del futuro. Sube al tren, se recarga en las puertas corredizas, mira, observa, busca la señal de Ondas Cerebrales (OC). Camina entre los pasajeros abstraídos en los paraísos virtuales ofrecidos por la tecnología. El radar marca cada vez más cercanas las señales de ambos individuos: Kosmofly y Kometen. De pronto las miradas se funden: la cacería ha comenzado.

Los fugitivos prenden sus jets y pasan a una velocidad apoteósica entre los cuerpos y cabezas de los ciudadanos mexicanos. Algunas veces chocan y reciben insultos o empujones. Por su parte, el detective Danieri grita entre los usuarios: “guarden la calma, misión de la Policía del Pensamiento”. Entre las miradas de reprobación los fugitivos llegan al vagón de control. Están cercanos a llegar a Observatorio, lugar en el que podrán montar el águila mecánica rumbo a Aldebarán o Vega —estrellas fuera de la jurisdicción de Danieri.

En la oscuridad del vagón principal su ropa de led brilla con más intensidad. Los golpes al conductor son lo suficientemente fuertes como para tenderlo en el piso inconsciente. Danieri se mira venir a través de la pequeña puerta divisoria. Kometen atranca la puerta y Kosmofly navega la nave a través del hoyo de gusano. Por fin han alcanzado Observatorio: brincan aún con los jets encendidos y a gran velocidad alcanzan a entrar en una de las águilas metálicas; Danieri ha fracasado (los sospechosos se caracterizan por saber manejar de maravilla los jets a propulsión) y, con la mirada clavada en el rostro de los fugitivos, mira partir el águila mecánica a la velocidad de la luz. Aldebarán se encuentra fuera de su jurisdicción: sólo queda hacer un reporte a la estrella de la galaxia Tauro.

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