> Arcanum VI: Anagrama

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Anagrama

Anagrama

Sonny DeLorean



Hastiado por el atisbo de la continuidad deambulan mis ojos de paso en paso: izquierda-derecha o derecha-izquierda, marcha inherente a la costumbre para no desentonar; por qué no puede ser un izquierda-salto-derecha o rengueo derecha-salto como en el juego de la Rayuela. Al parecer todas las direcciones inciertas son las mismas, será que todo parte del mundo contiguo, de la obviedad.



Horizonte lánguido y enfermizo que postra mis dudas en una peripecia de disturbios e invenciones. Fugazmente la jaula de la monotonía se rompe (no la veo venir), granada que provoca el aislamiento general. No se si sufro de una Sinestesia que truja mis sentidos o una Anamotopeya que ahoga toda recreación en el sollozo y el suspiro, percepción jamás oída, pero escucho tus figuras visuales en ricas ágatas que encrespan la discontinua realidad. Mitocondrias en las arterias de la ciudad que reverberan en un splash de concreto.



De aquí para allá, vidas translucidas que se pierden para luego ser reanimadas. Y ahí están, parece que sólo mojan y molestan. La verdad nadie lo ha notado, esta caravana pluvial “brillan como perlas de colores”, desafiantes y endebles, preñadas del elemento vital, estoicas cristalinas que avasallan y atraviesan a Tepeu, dios maya del cielo, guerreros que destilan en el sacrificio de la pleitesía para prosternase ante la diáfana princesa.



Te han elegido a ti: soberana que no ornamenta su belleza natural. Multitud de senderos abren paso al fluir de la demencia, tatuajes que incrustan fragancias seculares en la cartografía de tu cuerpo. Minuciosas en su andar, gotas gitanas que danzan en rituales macabros para crear grecas ínfimas; gotas embriagadas que vacilan en formas deliberadas para perderse en las oquedades de tu anatomía; gotas suicidas que desprenden de los peñascos de tu rostro como estalactitas perecederas; gotas amantes que lamen el néctar salado de tu piel. Vidas y más vidas reviven en ti. Eres el prefijo y sufijo de su ritual, de su verdad.



No es fácil distinguir el derroche de las elegidas, hay tan pocas y, tal vez, indefinibles. Pero estas mitocondrias menguan a la eternidad y se definen así mismas en creaciones literarias: sobrehumanas, humanas e inhumanas. Definitivamente sólo las humanas recrean esa Anamatopeya, son ellas las que se desviven en vida. Las otras son perfectas y ordinarias, nunca saben divertirse; y las otras, sólo mojan en seco.



Es así como se embellece la cotidianidad, con un andar ocasional en una noche lluviosa y una verdad que espera ser descifrada. Es tan ordinario para Julio Denis entrar en este juego: “…, me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar de nuevo”.

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