> Arcanum VI: Australia, un imposible

martes, 7 de julio de 2015

Australia, un imposible


Por Diego Bang Bang

Intermitencia permanente. De los cuerpos, pero no de las ideas. Así se siente poder utilizar tal o cual término, sin miedo a echarlo en saco roto. Por momentos, somos una teoría. Una eminente teoría del deseo. Vuelve tu aliento a desembocar en mi nuca, mis labios rasguean nuevamente tus brazos. Ni siquiera necesitamos explicar las geografías cortazarianas, porque otra vez nuestras manos descansan finamente escaladas.

También somos memoria (only memories remain). Tu pantalón azul indómito perdido en Coyoacán; mi sweter azul perdido en Reforma. Mi sillón, bueno el de mis padres; tu sillón, bueno el de Wilco con el cielo azul, mi azul. Decía somos memoria (only memories remain), una teoría escrita en pequeñas bibliotecas municipales. En antesalas de consultorios médicos donde el fantasma de Farabeuf nunca deambula. Memoria y teoría biológica (maybe praxis), sobre todo cuando dijiste y aún dices “sabía de tus labios cálidos por una tura previa tuya”, después del descensor.

Memoria y teoría biológica: frustrada en la praxis. Desahogada en alguna isla digital descrita por nuestro geógrafo-dramaturgo favorito. Ese mismo snob residente de la calle Geógrafos, el mismo que ha trazado Siberia o Belice como círculos dantescos. Él, quien nos imagino en la isla de Filoctetes: Australia, el limbo. Nuestro limbo.

Región estricta del corazón. Descrita antiguamente por un puñado de predicadores maniáticos. Anunciada en esas primeras grafías pegadas a la piel de tu cuello-espalda. Ahí donde mi aliento vuelve a desembocar y evocar alguna geografía cortazariana. (El geógrafo-dramaturgo, entonces, cierra la puerta. Nos hace mutis. Nos lanza al cielo azul, mi azul.)

Ella (prendiendo una vela): ¿A qué te refieres con pensar en el espacio?

Él (deseándola con aspavientos): El dramaturgo, en mi opinión, debe intuir -conforme escribe- el aleph único del escenario. Cortar las letras en el papel para volverlas gravedad en el cuerpo de los actores.

Ella (vuelve gerundio escénico Impossible Germany de Wilco): ¿Entonces, si alcanzo a entender, me planteas un imposible a la manera de Bataille?

Él (mientras maldice a Cortázar): Puede ser, puede ser. Particularmente, cuando su teoría se refiere a lo oculto. El geógrafo-dramaturgo lo sincretiza así: “Una dramaturgia evoluciona el aparato lingüístico hasta transmutarlo en carne viva. En momento. En presente continuo. El hecho escénico, en este sentido, es un renacimiento perpetuo”.

Ella (se imagina Simone de Beauvoir): Sería interesante, ahora pienso, hacer una nota acerca del entrecruzamiento del hecho escénico y el hecho erótico. Con el énfasis puesto en el eje temporal de ambos.

Él: ¡Ajá!

SILENCIO



Ambos (cielo azul, mi azul de fondo): ¡Mejor ya hay que dormirnos!

 
Él (últimos pensamientos peregrinos, se escucha en todo el espacio): El entrecruzamiento es el deseo. El imposible. Un imposible.

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